La legislación y preocupación en materia de bienestar animal ha sufrido un crecimiento exponencial en los últimos años.
En nuestro post anterior os contábamos cómo la encomiable labor de Ruth Harrison fue el punto detonante que consiguió movilizar a la sociedad para que, hoy día, podamos contar con la tranquilidad de que el Bienestar Animal es una disciplina empírica basada en criterios científicos, medibles y trazables que se pueden seguir en el tiempo para verificar su eficacia y para garantizar la mejora continua de nuestras granjas.
A partir de que la Organización Mundial de Sanidad publicara el Código de Animales Terrestres para que los países miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) pudieran armonizar su legislación nacional en Bienestar Animal, el avance en este sentido ha experimentado un crecimiento exponencial. Crecimiento que ha permitido definir los ámbitos de actuación que garantizan verdaderamente el bienestar y la salud de los animales y que se traducen en códigos de buenas prácticas y diferentes reglamentos para darle el oportuno marco regulatorio y legal.
Dentro de todos los aspectos que se han establecido como claves para garantizar el verdadero y genuino bienestar animal queremos destacar el de la formación del personal que tiene contacto con los animales en las diferentes etapas de su vida, y que les permite ser personal cualificado en permanente y continua formación y reciclaje.
En el caso de España, el Real Decreto 348/2000 relativo a la protección de los animales en las explotaciones, recoge específicamente la formación como uno de los aspectos fundamentales cuando dentro de las pautas respecto a las condiciones de cría, al exigir literalmente “Personal competente y suficiente para la cría de animales”.
Teniendo en cuenta que para garantizar el bienestar animal primero hay que asegurar que se han cumplido una serie de requisitos y parámetros que se tienen que medir y cuantificar adecuadamente, es lógico pensar que la formación del personal sea algo imprescindible en el manejo de una granja.
La importancia de la formación para evitar las zoonosis.
Y esto es realmente importante, porque, garantizar el correcto manejo de la granja no solo garantiza la buena salud en los animales (lo que se traduce de manera inmediata en un aumento de la producción, una mayor calidad del producto y en menores costes), sino algo aún más importante. Porque el buen manejo de la granja previene y evita la posibilidad de la transmisión de enfermedades a las personas.
Es por este motivo que el Programa de Salud y Bioseguridad de las granjas, fruto del compromiso europeo que existe con los animales, es un programa que minimiza la posibilidad de que ningún agente patógeno externo entre en la granja. Y, al mismo tiempo, también garantiza que no se transmita nada hacia fuera de la granja, evitando de este modo la zoonosis o transmisión de enfermedades propias de los animales vertebrados hacia los humanos.
Para tener plenas garantía, este programa no solo contempla los aspectos intrínsecos del propio manejo del ganado, sino que considera fundamentales tanto los aspectos de localización física de la granja (bioseguridad física) como los aspectos que tienen que ver con el diseño de la propia granja (bioseguridad estructural).
Dado que todas estas exigencias requieren de una formación específica, el propio RD 348/2000 exige la formación y adecuación del personal como requisito imprescindible que debe ser necesariamente demostrable.
Las certificaciones en bienestar animal y la formación del personal.
En el caso de las certificaciones en bienestar animal de Interovic, Provacuno y JTT, la formación del personal es uno de los aspectos fundamentales que debe realizarse a conciencia, que requiere actualización en el tiempo y que debe ser posible demostrarlo ante una tercera parte.
Por esta razón, la formación está basada en los resultados de estudio científicos a partir del análisis de las necesidades de los rumiantes y una continua observación que ha determinado cuáles son las necesidades específicas y fundamentales de estas especies en cada momento de su vida.
Además, estas certificaciones también exigen que la formación continua de los operarios de granjas pase por unos criterios de seguridad y medidas de protección que contemplan un amplio rango de aspectos, como son:
- Manejo prudente de los animales y las herramientas.
- Conocer el grado de agresividad de los animales con los que se trabaja.
- Sujeción y contención correcta de los animales para que no sufran daños.
- Tratar de mover a los animales en el primer intento y con el mínimo estrés para ellos.
- Conducir al ganado en posición lateral con respecto al grupo de animales.
- Ser poseedores de los equipos de protección necesarios.
- Evitar manejos en horas más calurosas en días con altas temperaturas.
- Prevención para evitar contagio con zoonosis:
- higiene personal: cubrir heridas o lesiones.
- vacunaciones de trabajadores con riesgo.
- limpieza y desinfección de instalaciones.
- control de plagas y vectores.
- aislamiento de animales enfermos.
- Evitar riesgos químicos, físicos (traumatismos) y contaminación ambiental. Uso de protección adecuada, como mascarillas. Aprender a manejar estiércoles y purines evitando emanaciones de gases con equipos de protección.
Por lo tanto, las certificaciones en bienestar animal de Interovic, Provacuno y JTT, no solo contemplan las exigencias legales, sino que ponen la formación en el centro y, en concreto, la formación específica en el manejo de rumiantes, garantizando de este modo la máxima especialización del personal.